Recurso: La retorica

LA RETÓRICA

Cuando se trata de hablar en público, de poner por escrito esas mismas ideas, entonces solemos titubear, nos faltan las palabras, no encontramos el termino justo capaz de significar lo que sentimos. La causa de esto radica en que, al hablar en público o al escribir, hemos de utilizar un estilo más elevado y selecto que el empleado en nuestras conversaciones, y claro es, no estamos preparados para ello.

Para conseguir esta preparación es necesaria la práctica no solo de la redacción, sino de la lectura meditada, viendo como han expresado su pensamiento los demás, observando que medios han elegido para llegar de un modo más directo al lector.


La difusión de la retórica

De Grecia pasó a Roma y, aunque al principio estuvo prohibida por motivos políticos, pronto llegó a dominar toda la enseñanza.

Durante la Edad Media se continuó enseñando mediante resúmenes de los libros griegos (Aristóteles) y latinos (Cicerón, Quintiliano). Las aportaciones al legado de los antiguos fueron mínimas, pues se redujeron al desarrollo de algún aspecto concreto, como en el caso de la amplificación, alargar un texto o idea.

En el Renacimiento se da un resurgir de los estudios retóricos. Tras el aprendizaje de la gramática latina, el alumno tenía que enfrentarse con la retórica, enseñada también en latín. Tampoco la aportación de los eruditos renacentistas ha sido considerable. Es de destacar, la labor del francés Omer Talón, al agrupar y clasificar todas las figuras, y las de algunos teóricos que iban marcando pautas por las que se regirían casi todos los escritores europeos.

Con el neoclasicismo se empieza a aceptar oficialmente la enseñanza de la retórica en lengua vulgar, es decir, en la lengua materna, al mismo tiempo que se establece el estudio de las literaturas modernas como asignatura universitaria. Es en el siglo XVIII, cuando se da el primer triunfo oficial, dentro de la Edad Moderna, del español frente al latín; sin embargo, la lucha llegas hasta nuestros días. Con el romanticismo la retórica recibe un fuerte golpe. Al no admitir los románticos la sujeción del genio artístico a ninguna regla, al afirmar que la inspiración debía ser libro y no estar supeditada a una normativa previa, los estudios retóricos fueron menospreciados.

Su enseñanza

La enseñanza de la retórica ha presentado siempre dos aspectos: el teórico y el práctico.

Para el aprendizaje teórico los alumnos habían de memorizar todos los preceptos, todas las divisiones y los nombres de todas las figuras de dicción, cuyo número era cada vez mayor. Este abuso llegó a desprestigiar a la retórica.

En la práctica a los alumnos se les obligaba, por una parte, a analizar las composiciones de los autores clásicos; por otra parte, tenían que hacer redacciones sobre temas siempre alejados del alumno y que nada tenían que ver con el interés y las circunstancias del estudiante.
La retórica estaba encaminada a una actuación en el foro; por este motivo el alumno un día tenía que defender una tesis y al siguiente tenía que oponerse a ella.

Una importante teoría es la imitación, que tuvo un gran desarrollo en el siglo XVI. La resumimos en los partes:

1. El alumno debía elegir analizarse a sí mismo y determinar, según sus propias inclinaciones y cualidad qué estilo es el que mejor le iba. Una vez hecho esto, había de ver cuál era el autor que más había destacado en dicho estilo y tomarlo como modelo.

2. Una vez elegido el autor, el alumno escogería una obra de la que, en primer lugar, procuraría comprenderla en su totalidad; y en segundo lugar, observar el uso que el autor había hecho del léxico y el orden en que estaban colocados los vocablos, y cuáles eran los efectos conseguidos tanto en la exposición de las ideas como en la armonía de la frase. Finalmente, había de llevar a la práctica todo lo observado.

No todos aceptaban esta doctrina. Ya en el siglo XVI Luis Vives y otros autores atacaron la imitación, porque ésta suponía una coacción de la naturaleza, de la inspiración, y mataba toda espontaneidad.

Personalmente creemos que no se debe menospreciar, pero tampoco sobrevalorar esta teoría. La imitación, tal como la hemos descrito, es conveniente al principio, mientras va tomando forma el propio estilo y se desarrolla la personalidad. La gran mayoría de los autores han estado influidos en sus primeras obras por algún modelo, ahora bien, después de conseguir su estilo, han olvidado sus modelos y han escrito según sus propias inclinaciones.

Recomendamos la lectura constante de autores, de este modo, inconscientemente y sin esfuerzo, irás adquiriendo el dominio de la expresión y, cuando veas que te encuentras preparado, podrás escribir con menos dificultad.

Podemos dividir la retórica en tres partes: la invención, la disposición y la elocución.
La invención trata de hallar ideas, de recoger material para poder desarrollar un tema.

La disposición ve cuál es el orden más apropiado para la exposición de ese material.

Y finalmente, la elocución es la que se encarga de dar forma verbal a los materiales ya ordenados.

En la actualidad se está volviendo a considerar la necesidad de la práctica de la redacción en la enseñanza media y se está considerando, a nivel mundial, la conveniencia de los estudios retóricos; aunque con métodos más modernos y adaptados a las actuales generación.

Puesto que la falta de estos estudios es funesta para nuestra cultura, pues hoy en día estamos sufriendo, a través del periódico, de la radio, la televisión e Internet, las consecuencias de una falta de expresión lingüística digna a todos los niveles.